Pintaba ser una tarde como todas.
Ya a esta hora, se prestaba monótona y solitaria.
Desde hace unos días me encuentro en mi oficina, en un nuevo trabajo.
Estoy muy contento por cierto.
Este empleo lo esperé por más de seis meses, y aunque no llegaba nunca, estaba seguro que se me iba a dar.
Sigo trabajando dentro del ambiente que me gusta, en marinería, dentro de un club náutico. Son casi las diez y ocho horas.
Luego de arriar el Pabellón Nacional que se encuentra en un mástil frente al río, vuelvo a mi oficina a ordenar unos papeles.
Hace apenas diez minutos que un socio del club ya entro al playón con su tabla de windsurf.
Había tirado varios bordes en el río, en donde soplaba un sudeste de unos 16 a 18 Kts.de viento.
Según él, corriendo el mes de agosto, habían comenzado los mejores días para practicar este deporte, que con este viento es mucho más adrenalínico.
Una vez que entro, me quedé tranquilo, ya no había nadie navegando en el río y todo estaba sin novedad.
Me siento en mi escritorio, tomo una carpeta vieja, y sobre mis piernas cae un papel, lo abro y leo lo siguiente:
Se Vende
PILGRIM
Clásico de Madera
Doble proa
Eslora 6.50 m
Manga 1.75 m
Puntal 0.78 m
Motor 4 Hp Suzuki
U$S XXX
Teléfono Celular XXX
Con los veleros soy curioso.
Lo leí detenidamente y pensé:
Que viejo este papel todo amarillento, anda a saber de cuando es este volante.
Tube la intención de romperlo, pero como soy obsesivamente ordenado, lo doble en cuatro y lo tiré al cesto de basura.
Como si nada empiezo a armar carpetas con un nuevo listado de las embarcaciones que hay en mi sector de trabajo (barcos chicos), donde tengo a cargo la escuela de Optimist, Cadet y las clases de regata:
420, 470, Laser, Europa, 29 Er y 49 Er, también hay algunos Penguin, 505, Lightning, Soling, Pampero y algún Micro Volker, entre otros.
Ordeno todo y corto el trabajo.
Cuando me estaba preparando un té bien caliente, ya que sentía frío. Se me cruzo por la cabeza:
¿Esto del Pilgrim no será una señal?
Rápidamente metí la mano en el tacho de basura e inmediatamente le mande un mensaje de texto al celular que estaba escrito en el papel.
¿Vendiste el Pilgrim?
Al rato contestó:
¡NO!
¿Quién sos vos?
Y con esta respuesta me perseguí.
¿Qué le contesto?
¿Estaré haciendo bien?
Soy empleado del club, ¿se podrá hacer esto?
Haber si no se puede, se enteran y me echan a la caraja…
La verdad que me puse mal, y sin más le conteste:
Ahora estoy trabajando, te llamo a las 21 hs. desde mi casa.
Desde que envié este mensaje, hasta que llegué a mi casa no sabía que decirle para no comprometerme en el laburo, pero lo mejor que podía hacer era blanquear la situación, contarle la verdad y seguir adelante.
Todo lo demás es anecdótico, y se desarrollo como en cualquier operación de compra venta.
Hoy me encuentro ante un nuevo desafío, la restauración de un velero clásico de madera del año 1950.
Y como con el Flop 1 ya me estoy enamorando de mi nuevo velero.
En la foto vista del Pilgrim.
Croker Nauta.
1 comentario:
Hola.
Me encantó el blog.
Muy cálido el relato sobre el Pilgrim (y muy ético su accionar). Le deseo que la restauración de la embarcación resulte placentera y el resultado supere sus expectativas. Es Ud. muy afortunado al tener un trabajo tan divertido y proyectos tan elevados.
Atentamente,
Gabriel.
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