Evento muy esperado por los alumnos que cruzarían por primera vez a vela el Río de la Plata.
Para esto se formaban tripulaciones con alumnos en los veleros de los socios del C.P.Y.
¡Y claro!, el Periplo era uno de los diez veleros que navegarían en conserva en esta travesía de instrucción.
La tripulación se formaba así:
El armador Eduardo Bigotes (propietario del Periplo), Enzo D. y Croker Nauta como co-instructores, más dos alumnos: Diego R. Trajtman y Esteban M. Grimberg ambos muy dispuestos con muy buena onda egresados del correspondiente curso.
Lo que se trata de hacer en estos cruces es reforzar y aplicar el conocimiento de las artes marineras en la navegación a vela, aplicando todo lo que vieron en el curso de náutica.
Durante la travesía harán marcaciones con la aplicación de la posición del velero en la carta náutica, avistaje de boyas, y todas las maniobras concernientes a la navegación a vela.
Para muchos va a ser la primera vez que navegarán en un velero carrozado y con maniobras nuevas como: el uso de los molinetes, aplicación del tangón en una empopada, uso de traveller, vang, y enrrolladores de vela de proa.
Ni hablar del uso de Lazzy Jack, que después de lo que pasó en Quilmes Yo mismo me encargue de explicar…
Hay que tener en cuenta que los H 19 (veleros escuela) no disponen de las maniobras antes descriptas.
Nos encontrabamos en el C.P.Y. a las 07:00 hs. amarinando al Periplo para salir a las 08:00 hs. hacia Riachuelo.
El puerto de Olivos era un hormiguero, de los diez veleros que participarían en la flota, ocho salían de este puerto, uno de Puerto Norte y otro de Puerto Madero.
Así que a medida que cada uno completaba la tripulación salía navegando del puerto y poniendo proa al sur enfilaban hacia Dársena Norte, donde la flota se reuniría para comenzar el cruce.
El viernes 4 a las 20:00 hs. se realizo en el aula del C.P.Y. la reunión de timoneles y capitanes, donde se habían asignado las tripulaciones para cada uno de los barcos.
En el nuestro como es un velero chico, podíamos llevar solamente dos timoneles.
El Periplo estaba bien amarinado, controlamos todas las maniobras: escotas, enrrollador de proa, combustible (que había cantidad suficiente como para cruzar a motor), velas, ropa, estiba de alimentos etc.
Sola faltaba la presencia de los dos timoneles para zapar.
Se hacia tarde, ya muchos habían salido y nosotros esperábamos a los tripulantes.
Habíamos puesto plazo hasta las 08:15 hs. y cuando nos disponíamos a soltar amarras aparecieron los dos, bajando la planchada corriendo arrastrando un carro (una caja plástica rectangular con manijas y ruedas).
Yo miraba absorto a Edu y Enzo, y pregunté:
- Traen la ropa ahí, ¿qué es eso?
A lo que Enzo contesto:
- No, es una heladera, ellos tenían que traer las bebidas.
- No ves, a los bolsos los traen colgando…
Yo no lo podía creer, los pibes creían que navegarían en la Fragata Libertad por la cantidad de cosas que cargaban, era mucho para dos días.
Bueno, Eduardo el capitán les hizo dejar en sus autos todo lo que traían demás, y asegurando la heladera gigante a salvo dentro de la carroza del Periplo, soltamos amarras y zarpamos.
Táctica: como salimos tarde enfilamos a las boyas del canal costanero del Km 26.5 para tratar de alcanzar al resto de la flota, que ya nos llevaba casi una hora de ventaja.
Soplaba un noreste suave, no había ola y llevábamos una navegación tranquila.
Los alumnos hacían el timón, charlábamos mientras se sacaban algunas dudas, por suerte estos dos muchachos se destacaron durante el curso, así que la práctica se transformo en una navegación tranquila y casi rutinaria, debido a que hacían las cosas muy bien, no se les notaba dificultad y realmente estaban gozando de la navegación.
En síntesis zero-zero tensión.
10:30 hs. Edu calienta la pava, carga el termo y salieron los mates con facturas al cockpit.
El cielo celeste una visibilidad espectacular, el Río de la Plata se iba poblando de veleros que salían de los diferentes clubes náuticos de la rivera.
A estribor podíamos ver como despegaban los aviones del Aeroparque y a babor ya íbamos reconociendo algunos de los veleros de la flota del C.P.Y.
Por radio se había acordado que nos comunicaríamos cada una hora por el canal 69 de VHF y el control de enlace pasaría por el velero Fugitivo, un Victory 40 que era el más grande de la flota capitaneado por Pepe L. (que en ese momento se desempeñaba como presidente del C.P.Y.).
Pepe es un gran navegante y en algún momento si él accede, nos contará algunas de sus travesías.
La organización estaba a cargo del departamento escuela y supervisado por el propio Pepe.
Tengo que destacar que de todos los cruces de instrucción de los que pude participar, en este se estaba hilando muy fino con el tema seguridad.
La flota estaba contenida con los radio enlaces y esto trajo mucha tranquilidad a todos los participantes.
Ya habíamos cruzado la Boya B y la A del sistema IALA, y poníamos proa al Puerto de Colonia por un rato solamente, ya que luego enfilaríamos a Riachuelo, nuestro destino.
Este es un buen momento para hacer un brindis con los navegantes.
Enzo abre la heladera reparte unas latas de cerveza y brindamos por el bautismo náutico de los nuevos timoneles, por toda la tripulación, su capitán y por supuesto por el Periplo.
Bueno, ya casi estamos llegando a Riachuelo, dejamos por la aleta de babor el Puerto Comercial de Colonia de Sacramento, a la vista por babor, en un ferry antiguo, se notan manchas de herrumbre y oxido dando una señal de abandono.
Tomo el timón y lo contemplo, mientras navego no puedo dejar de mirarlo, y pienso en la cantidad de personas que navegaron en él durante todos sus años de servicio.
Ahora descansa fondeado, con su proa enfilada a Buenos Aires, da la sensación de esos viejitos que desde el banco de una plaza con la vista perdida, recuerdan las cosas que hicieron año tras año, como si con ese recuerdo pudieran volver a hacer todo eso aunque sea una vez más…
Y con ese pensamiento sigo contemplando la costa, aca ya es agreste, se ven árboles y por detrás de ellos, veo lo que parecen ser playas de arena. El cielo es azul, el sol brilla y el río hoy tiene un tono dorado espectacular.
Miro hacia la proa y ya muy chiquita empiezo a ver la escollera del Puerto de Riachuelo.
Y digo:
- ¡Miren por proa aparece la escollera!
Todos nos felicitamos, y por la radio escuchamos a Pepe que muy contento esta anunciando cada uno de los veleros que entran al puerto.
El llego primero, su velero fue el más veloz debido a su tamaño y la gran superficie vélica que posee.
En eso siento un tirón en la caña del timón y el velero me deriva fuertemente.
¡No me gusta!
Ya me tengo que afirmar con los dos brazos para hacer que el barco responda, hago mucha fuerza para orzarlo un poco más.
Todos miran mis gestos dándose cuenta que hay algo que no anda bien…
Estamos sobrevelados y pido:
- ¡Enrollen tres cuartos de la vela de proa y tomen una mano de rizos en la mayor!
Cuando termine de dar la orden el velero guiñó derivando fuertemente, luego sentí un latigazo en la caña del timón, como si algo se soltara, e instintivamente mire hacia popa, y en la estela que dejamos navegando, vi salir de abajo del espejo de popa del Periplo un pedazo de plástico gris.
Ya el velero no tenia gobierno y pedí:
- Enrollen toda la vela de proa y bajen la mayor.
A todo esto ya tenía a Enzo a mi lado ayudándome a timonear.
A medida que se iba enrollando la vela de proa el velero se gobernaba mejor.
Impresionante la forma en que estos dos tripulantes se hicieron cargo de las maniobras ante semejante eventualidad.
Esto me asegura la buena formación que tiene el C.P.Y. de sus timoneles.
Demás esta decir que ellos en ningún momento entraron en pánico y solo se dedicaron a realizar todos las maniobras que se les ordenaba, sin objeciones realizándolas en forma perfecta y a la brevedad.
Decidimos dejar un paño muy pequeño en proa, con la mayor abajo y el motor prendido, fuimos navegando muy bien hasta que entramos a puerto.
Nosotros fuimos los últimos en entrar y Pepe nos dio las indicaciones para que amarráramos acoderados al Fugitivo, en el que sonaba a pleno los Rolling Stones.
Ya todo era alegría, estaba la flota completa en el puerto donde cada tripulación comentaba como había sido el cruce.
En los diferentes veleros se descorchaban, vinos, en otros se abrian cervezas y otras bebidas.
Con todos brindábamos.
Esto era una gran fiesta.
Croker Nauta.
Vista del Puerto de Riachuelo foto levantada de internet.
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