La tarde era calurosa y el agua de Riachuelo es limpísima, así que me quite las zapatillas, la remera y me tire de cabeza al agua por la popa del Periplo, me sumergí y tanteando a la altura del timón, fui tocando. Me sorprendí cuando mis manos solo encontraron la rugosidad del plástico roto y los herrajes de acero inoxidable que arraigan la pala del timón limpios, sin nada. Había un enorme hueco en el.
Era verdad ya no teníamos timón…
Con el poco aire que quedaba en mis pulmones salí a la superficie y la expresión de mi cara lo dijo todo.
Edu me miro y le dije:
- ¡Loco no hay timón!
Me pregunto:
- ¿Qué vamos a hacer?
Le dije:
- Por ahora nada, voy a hablar con los saben.
Salí del agua le pedí permiso a Pepe para abordar el Fugitivo y me senté en el cockpit con él, mientras me dijo:
- George que cara. Tomate algo, yo estoy con un whisky.
- Bueno servime uno.
Me pregunto:
- ¿Qué te pasa?
Le conté todo lo que había pasado mientras veníamos navegando, con lujo de detalles, y luego le describí lo que había tanteado debajo del agua.
Y me dijo que obviamente habíamos perdido la pala del timón.
Me pregunto si habíamos pegado con algo mientras navegabamos, le conteste que no.
Pero haciendo memoria de lo que nos había ocurrido la semana anterior, durante la navegación a Quilmes, me explico que con los golpes recibidos anteriormente la pala del timón quedo resentida, y en esta navegación con el golpe de ola se termino de partir.
Me dijo además que tubimos mucha suerte aquella noche de sudestada, si se nos hubiera partido esa misma noche el timón, podríamos haber zozobrado. Después pense: seguramente Edu no había sacado el velero durante la semana y chequear el casco por los golpes sufridos en Quilmes.
- Bueno George no te asustes ya están en puerto, disfruta de todo y… ¿qué vas a hacer?
- ¡No sé!
Después le pregunte sobre una navegación que él había hecho a Florianópolis, donde a la vuelta había perdido el timón del Fugitivo.
Me pregunto:
- ¿Cuánto te queda de la pala?
Y le dije:
- Quince o veinte centímetros.
Después me pregunto, si lo podía gobernar.
Le respondí que con el motor y un triangulito en proa, lo había equilibrado y pude entrar así a Riachuelo.
Me pregunto si me animaba a cruzar el Río de la Plata y llevar el velero a Olivos nuevamente.
Le dije que si, siempre y cuando alguno de ellos este preparado para remolcarme si se me complicaba.
Le pedí también si se podían hacer cargo de los dos alumnos, porque para mi era mucha responsabilidad llevarlos conmigo, ya que esta navegación iba a ser muy peligrosa.
Mientras seguíamos tomando un baso de whisky, uno tras otro.
- George relájate, vos podes. Mira a tu alrededor.
Ya estaba anocheciendo y contemplaba un espectáculo que no olvidare jamás.
El crepúsculo teñido de colores azules-violáceos, el reflejo del agua dorada, y cientos de golondrinas que volaban en una bandada gigantesca entre los veleros de la flota amarrados, volaban en círculos, depués se tiraba en picada sobre nosotros, para luego elevarse y dirigirse hacia el monte en busca de sus nidos.
El piar de las aves era ensordecedor pero el espectáculo era hermoso, así duro más de cuarenta y cinco minutos, hasta que poco a poco cada una de ellas se fue guardando a sus nidos.
Luego por unos segundos sentimos un silencio donde solo se escuchaba la brisa, el aire fresco acariciaba mi rostro, y al rato comenzamos a escuchar otra música, hacia rato que el equipo de audio del Fugitivo estaba en silencio, y ahora solo escuchábamos el croar de las ranas y el canto de los grillos.
Ya había oscurecido y se veían brillar las estrellas.
Hice el último brindis con Pepe y me fui al Periplo a hablar con todos sus tripulantes para contarles que se podía hacer.
Todos sabíamos que no podíamos salir de Riachuelo con el velero averiado, es sabido que hay que informar a la Prefectura de Uruguay el estado en que se encuentra la embarcación para poder navegar.
Ante una avería ellos mandan una comisión de inspección y determinan si esa embarcación puede salir o no.
La nuestra por el grado de rotura que tenía el timón, no nos iban a dejar salir y tendríamos que estar en puerto para repararlo.
Esto sumaría gastos que no se podrían afrontar sumando la demora para llegar a Buenos Aires.
Así que despacharíamos sin novedad y trataríamos de navegar así como estaba el Periplo.
Ahora ya de noche todo era diversión, luego de una multitudinaria choriseada en la playa habría baile en el Fugitivo.
1 comentario:
Muy interesante! Hasta lo lei! te felicito por tus textos y tu blog es muy creativo y/e interesante...
Segui asi! Que lo disfrutamos mucho!!
Saludos Cordialmente
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