Así paso cuando mi amigo Eduardo Bigotes compro el Periplo.
Este velero, un Plenamar 23 que posee unas excelentes condiciones marineras, tiene las siguientes características:
Casco de PRFV, eslora 6,80 m., manga 2,60 m., puntal 0,96 m., altura de palo aprox. 8 m., calado 1,10 m. con quillote fijo y cuelga un motor Evinrude de 8 Hp. por fuera de borda.
Desde que Eduardo lo compro fui uno de sus tripulantes invitados, lo navegue pocas veces, contadas con los dedos de la mano, hasta las podría enumerar:
La primera vez, tube la suerte de navegarlo con Julieta mi hija, quien en esa época tenia ocho años, ella tubo el honor de entrarlo al puerto de Olivos al timón, no lo voy a olvidar fue una navegación muy importante para ella y también para mi.
Otra oportunidad lo navegamos practicando maniobras de spy junto con Enzo.
Y una vez más el Periplo marco una huella, al iniciar a mi amigo Albertito Grimaldi en la náutica, haciéndole el bautismo de navegación a vela.
Esta demás decir que luego de esto, Alberto hizo el cursó en el C.P.Y. donde se recibió de timonel y hoy navega su propio velero, un Grumete que esta alucinante.
Siempre el Periplo navego capitaneado por Eduardo Bigotes, quien tubo la amabilidad de invitar e iniciar en la náutica a quien se lo pidiera, esto es de muy buen marinero.
Eduardo es uno de los muchachos del grupo de regatosos del C.P.Y., junto a Alejandro Arriague gano varios campeonatos y fueron rivales difíciles de roer durante las regatas en las que participábamos con Enzo.
Un día Bigotes me pidió si lo quería acompañar en una navegación hasta el Puerto de Quilmes.
La navegación me seducía, si bien había navegado varias veces hacia el sur rumbo al Puerto de La Plata, nunca había entrado al Náutico Quilmes y esta era mi hora de hacer la experiencia.
Quilmes es un puerto de difícil entrada por su escasez de agua, tiene un canal muy angosto, con poco agua y muy mal señalizado. No se como estará ahora porque después de esta navegación jamás volví…
Lo único que me atormentaba era quien nos iba a acompañar, el Piloto Jorge T. un nauta que tenia muchas millas navegadas, pero con el que Yo no congeniaba navegando.
Pero bueno es a quien se había conseguido para hacer esta navegación y le aseguraba a Eduardo conocer realmente la entrada a Quilmes, decía tenerla clara.
Lo que voy a relatar sucedió durante los últimos días del mes de noviembre del año 2003, y como siempre me gustaría que sirva de ejemplo de lo que no debe hacerse, y sacar lo bueno de esta mala experiencia para que no se vuelvan a cometer los mismos errores.
De todos formas, la única forma de aprender a navegar es navegando y equivocándose, lo bueno es tener la suerte de volver y poder contar las malas experiencias...
Hicimos noche en el Puerto de Olivos, cenamos en el C.P.Y. un plato delicioso de costillitas a la riojana con un buen vino.
A las 06:00 hs. nos levantamos, tomamos un café con galletitas, mientras escuchábamos el pronostico meteorológico que estaba emitiendo la Prefectura Naval Argentina.
El pronóstico era de vientos del sur, rotando al sudeste, moderados con rafagas, con probabilidad de chaparrones hacia la tarde-noche.
La verdad un pronostico horrible, pero teníamos el asado para hacer cuando llegáramos a nuestro destino y no lo queríamos perder, por otra parte la aventura nos llamaba, así que soltamos amarras y zarpamos con ola y viento de jeta.
El velero navegaba con mayor y la vela de proa enrollada como un foque, desarrollando una velocidad entre 6 y 8 Kt.
Nada mal…
¿No?
A la altura de la bahía de Nuñez a las 10:00 hs., nos dimos cuenta que el motor fuera de borda se estaba soltando por el golpe de ola.
Así que lo hice firme con un cabo mientras entrábamos al C.U.B.A. donde lo apretaríamos con sus mariposas sin que nos molestara tanto la ola, ya que la bahía de Nuñez tiene sus aguas tranquilas en estas condiciones y nosotros para trabajar nos teníamos que colgar con medio cuerpo fuera del espejo del velero, lo cual con el sacudón se nos hacía muy peligroso en el río.
Luego de solucionar este problema, salimos de nuevo al Rió de la Plata y pusimos rumbo a Quilmes.
Tiramos borde y borde hasta llegar a las tomas de agua las que anunciaron la entrada al Náutico, prendimos el motor, enrollamos la vela de proa, arriamos la mayor que tiene Lazy Jack (importante detalle que verán mas adelante) y ¡por fin entramos al club!
Nos asignaron una amarra de cortesía, eran las 17:00 hs.
Hicimos el papeleo en la administración, luego un asado, tomamos unos vinitos y nos relajamos.
Ahora de sobremesa charlábamos como seguiría nuestra aventura.
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