"EL RÍO COLOR DE LEÓN"

Buenos Aires es mi ciudad, la capital de la República Argentina, bonito país de América del Sur. Está ubicada a orillas del Río de la Plata, un río con singulares características que lo hacen único en el mundo. Su color marrón hace que se lo denomine: "el río color de león" no solo por su color, sino también por la ferocidad de sus condiciones climáticas. Cada tanto les voy a contar experiencias de navegaciones en este río tan particular que produce en los navegantes deportivos argentinos explosiones de adrenalina majestuosas... Croker Nauta

EL RÍO COLOR DE LEÓN

EL RÍO COLOR DE LEÓN
Foto Satelital del Río de la Plata

viernes, 27 de abril de 2007

Terminando la primera etapa de la regata Semana Mar de Solis

Ya paso el mediodía y volvió a bornear el viento, estabamos navegando de través, ahora pasó a soplar del cuadrante Norte y al toque bornea y se pone Noroeste. Se vuelve a maniobrar con las velas se filan las escotas, tanto la mayor como la de proa, y se cambia de timonel, va Vito al timón. Navegamos a un largo, o como también se llama, de aleta.
El Gringo va rápido moviéndose con la ola, yo me vuelco a mi tarea de alimentar a los tripulantes.
Pensé que con el movimiento que había era prudente no cocinar nada. Adentro la escora casi no se sentía, el viento de aleta me favorecía, pero cabeceaba un poco, por suerte no rolaba.
Mientras metía la cabeza dentro de la heladera para ver que podíamos comer, empecé a sentirme mareado, sofocado y el traje de agua no me permitia respirar. En ese instante escuche:
- Muñeco abrí el tambucho que esta sobre la dinette y todos los ventiluces, que vamos de aleta y no te va a entrar agua. Al abrir todos los tambuchos y ventiluces, empezó a correr aire.
En ese momento salí a respirar y sentí como todos me miraban y una voz me decía:
- Jorge Esteban té estas poniendo blanquito.
Yo que tengo piel morena se me notaba bien el mareo, respire y el aire fresco me hizo muy bien, sentí que me mejoraba.
Enzo en cambio hacia un tiempo que la estaba pasando mal, se había tirado debajo de la chubasquera. Estaba blanco, mudo.
El amigo Eduardo estaba bien y fumaba como un loco, normal en él, hacia chistes a su amigo Enzo que estaba en estado catatónico.
Alberto tenía hambre y se colgaba cabeza adentro de la carroza, sacando frutas de la red y las comía sin problema.
Alberto me mira y me dice señalando a Enzo:
- Mira al mareógrafo…
Todos largamos la carcajada.
Eduardo mientras se reía le decía:
- ¿Enzo quieres una factura?
Yo ya me sentía mejor, así que entre y comencé a preparar unos sándwich a todos los que estaban bien.
Jamón crudo, queso y rodajas tomate en pan negro, untados con abundante mayonesa.
Un huevo duro para cada uno.
De beber Coca Cola para Alberto, fanático de ella.
Para Eduardo igual.
Para Vito y para mí, cerveza…
Enzo ya mejor comió una manzana y tomo abundante agua mineral, fundamental en estos casos para no deshidratarse.
De postre cada uno eligió la fruta que más le gustaba. Había naranjas, mandarinas, manzanas y ciruelas, reservado un melón para el postre de cena, la fruta preferida de Alberto.
Ahí me ponen en conocimiento que en el barco en que navega Alberto nunca debe faltar: Coca Cola, salchichas y melón.
Navegábamos todos de buen animo, Enzo no paraba de contar chistes y todos nos moríamos de la risa. Con uno de los chistes me atragante y me salió cerveza por nariz.
Ya estábamos a la altura de los barcos a pique, y en el horizonte se dibuja tenuemente la Isla San Gabriel. En este punto donde navegamos ahora, casi se pierde de vista la Ciudad de Buenos Aires, y como tampoco tenemos a la vista Colonia del Sacramento, uno tiene la sensación de estar en una navegación oceánica.
Para mí, que soy un timonel que siempre navegó en velero viendo la costa, esta experiencia es muy enriquecedora, y me va fortaleciendo mentalmente en ir aceptando de apoco, desafíos náuticos más jugados.
Me hacía pensar, ¿Cómo será navegar en el mar?
En ese momento se sintió una racha de viento fuerte y el viento volvió a bornear.
Ahora sopla del cuadrante Oeste.
Este borneo hizo que cambiáramos momentáneamente de rumbo, recuperamos el barco, filamos todas las escotas para que las velas recibieran el viento franco.
Estábamos navegando en popa redonda y barrenando las olas.
En la corredera del Gringo se podía leer una velocidad pareja de 8 Kt.
En ese momento escuche el grito:
- ¡Flaco cuidado! ¡La cabeza siempre abajo!
Vito le gritaba a Eduardo. Y otra vez…
- Cuidadooooo! ¡Te dije siempre la cabeza abajo! La botavara no perdona…
Momento tenso, todos atentos y con la cabeza gacha, tratábamos cada uno hacer su tarea lo mejor posible.
Vito al timón nos estaba dando una clase de cómo llevar al Gringo en popa redonda, yo observaba y hacía escuela, tengo una filosofía náutica que dice:
“Jorge Esteban, en esto, como en la vida misma, siempre estarás haciendo escuela”
Por eso no le sacaba la vista de encima a Vito como timoneaba.
Estaba hiper concentrado, su vista no salía de crujía, cada tanto relojeaba la veleta que estaba a tope del palo y volvía a llevar la vista a crujía. Cada tanto nos miraba y nos recordaba lo de la cabeza.
Este movimiento lo repetía una y otra vez para corregir de a un pelín su rumbo.
Con cualquier error de golpe de timón podía trasluchar la botavara, y esta podía barrer nuestras cabezas en un segundo quitándonos la vida. O con un poco de suerte arrojándonos a alguno de nosotros al agua, cosa compleja también, porque hay un dicho náutico que dice:
”Hombre al agua es hombre muerto”
Y esto es así.
Es una de las primeras cosas que te enseñan en un curso de náutica, tenés que evitar sobre todas las cosas caer al agua. Aunque todos los timoneles sabemos hacer la maniobra de rescate de hombre al agua, hay que pensar que una persona que se cae de un velero en navegación, tiende a desaparecer de la vista de los tripulantes que están a bordo, esto es debido a que el hombre es imperceptible en el río o en el mar con ola.
Hay que tomar conciencia que cuando cae un hombre fuera del barco, es porque la condición del viento y de la ola es dura, y va a ser muy duro rescatar a ese hombre, más aún si cae inconsciente por un golpe de botavara.
A babor y a la vista, muy visibles, el Farallón y la isla San Gabriel, más a proa Colonia de Sacramento. Son las 17:00 hs. Y nos queda una hora más de navegación para estar fondeados dentro del puerto deportivo.
En proa se llega a ver el puerto comercial y a estribor de este se reconoce la línea de llegada, con la lancha de la comisión de regatas fondeada con todos sus oficiales de regatas abordo.
También llego a ver a los barcos cuando la atraviesan y estamos tan cerca ya, que todos escuchamos el top de llegada, que con un sonido estridente de bocina de aire, anuncia a cada embarcación que la primera etapa de la regata ha finalizado.
Top para el Gringo.
Todos nosotros nos felicitamos estrechándonos la mano, los más cercanos, nos abrazamos.
Vito estaba contento decía que hacía mucho tiempo no formaba una tripulación tan buena.
Ahora quedaba tomar amarras, mientras se arriaba la mayor, maniobra que realizaba Vito con Eduardo, Enzo y Yo nos dedicábamos a enrollar el Yankee.
Alberto timoneaba.
- ¿Está la mayor abajo y el yankee enrollado?
- ¡Sí!
- Alberto poné el motor en marcha.
- Ok.
Tomamos una amarra al borneo, hicimos firme al Gringo, y nos pusimos todos a ordenar la cubierta y repasar todas las maniobras, para que al otro día en nuestra cabeza solo exista la preocupación de la largada de la segunda etapa.
Esta regata tiene la particularidad de que se navega de día cada etapa, de manera que por la noche se hace vida de puerto.
Depende de cada tripulación comer o no abordo, como así también dormir o no abordo.
Nosotros teníamos pensado cenar abordo y luego ir a tierra buscar algún bar con televisión, porque esa noche se transmitía la 31ª edición de la America´s Cup en directo. Esta es el desafío náutico más importante en el mundo de las regatas a vela, y no podíamos dejar de verla.
Prendimos la radio VHF en el canal 16 y por ella se escuchan a las diferentes tripulaciones que se ponían de acuerdo para encontrarse en tierra y buscar un bar. con TV. Todos los tripulantes de los veleros ahora teníamos la misma intención, a las 21:00 hs. se larga la Regata de la America´s Cup. Ya son 19:30 hs. y decidimos con Enzo prepara la cena.
Enzo es un sibarita al igual que yo, así que es un excelente co-equiper en la cocina.
Cinzano o Gancia, salame, queso, aceitunas verdes y pan hacen del entreacto a la llegada de las pastas con salsa que estaba cocinando Enzo.

La foto popa redonda rumbo a Colonia del Sacramento.
Croker Nauta.

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