"EL RÍO COLOR DE LEÓN"

Buenos Aires es mi ciudad, la capital de la República Argentina, bonito país de América del Sur. Está ubicada a orillas del Río de la Plata, un río con singulares características que lo hacen único en el mundo. Su color marrón hace que se lo denomine: "el río color de león" no solo por su color, sino también por la ferocidad de sus condiciones climáticas. Cada tanto les voy a contar experiencias de navegaciones en este río tan particular que produce en los navegantes deportivos argentinos explosiones de adrenalina majestuosas... Croker Nauta

EL RÍO COLOR DE LEÓN

EL RÍO COLOR DE LEÓN
Foto Satelital del Río de la Plata

domingo, 6 de abril de 2008

Finalizando la navegación del Viernes Santo

Seguimos navegando y llegamos al Río Paraná, viramos a estribor y nos metimos entre la isla que desemboca al Canal Honda que en su extremo sur sale al Río Paraná, a ésta se la denomina Isla Nueva.
Fondeamos pasadas las 12:00 hs.
Tomamos unas cervezas negras Quilmes Stout festejando la arribada, y nos pusimos a comer algo.
Para almorzar teníamos pizza de muzarella y anchoas para Alberto y para mi.
El Negro almorzó sándwiches con diferentes fiambres y mayonesa.
Para beber seguimos con agua tónica Cunnington bien fría.
Las conservadoras fusionaban bien, teníamos dos abordo con hielo a granel.
Tiramos un espinel y tratamos de pescar algo, luego de eso, cada uno tiro su caña con líneas de fondo.
Se dió lo que leímos en el GPS, no había pique a esta hora.
El pique estaba anunciado para la hora que navegaríamos de ida y para la hora que volveríamos al Narval.
Esto se afirmo por la mañana ya que en el ecosonda a la ida nos marco varios cardúmenes.
Ahora ni un pez se dibujaba en la pantalla y este lugar donde estábamos tampoco funcionaba bien, debido al trafico de lanchas y cruceros.
Decidimos cruzar el Río Paraná y fondear en la margen de enfrente.
Cuando estábamos navegando por el veril de las boyas rojas el Tohatsu de 5 Hp. comenzó a fallar y por un momento se paró.
Sufrimos unos minutos de incertidumbre y fondeamos.
Fernando lo reviso, luego lo arregló.
Estuvimos pescando hasta las 17:30 hs, ellos sacaron dos Paties de 30 cm. aproximadamente y un pequeñísimo Bagre Amarillo.
Yo en cambio,moje carnada permanentemente y les dí de comer a los pocos peces que estaban debajo nuestro.
Charlábamos y nos reíamos de las cosas que nos pasaban y del éxito que veníamos teniendo pescando.
Un verdadero bochorno…
También comentábamos experiencias en navegaciones que habíamos hecho cada uno de nosotros con anterioridad.
El tiempo corría mientras la pasábamos bien…
Ya hacia calor y tomábamos agua mineral para hidratarnos, luego ésta, por obra de la Divina Providencia se transformo en cerveza.
Que placer…
El espinel desde que lo levantamos frente a la Isla Nueva, no lo pusimos más, ya que no valía la pena por el poco pique que había.
Pasadas las 17:45 hs. Albertito recibió un llamado de Adriana (su novia) que le contaba que en ese preciso momento en la Capital Federal se estaba volando todo.
Cuando miramos el cielo en la margen opuesta sobre los árboles de la Isla Nueva, se veía una delgada línea de inestabilidad de color negro con unas pequeñas nubes arremolinadas sobre ella.
Los tres nos miramos y dijimos:
¡Ahí este el frente frió, viene un Pampero y nos queda poco tiempo!
Levantamos el fondeo, recogimos las cañas, guardamos todo rápidamente, motor en marcha y a cruzar el Río Paraná.
La idea era no navegar el Río Paraná buscando el Río Capitán que fue por donde vinimos, porque el sifonazo nos iba agarrar en el Río Paraná y no lo íbamos a poder cruzar.
Lo mejor era: cortar a la Isla Nueva para protegernos, después virando a babor y bajar por el Río Urión, para continuar navegando por el Río Vinculación y cruzar el Río San Antonio hasta San Fernando, virar a estribor subiendo el Río Lujan hasta el Puerto de Frutos y entrar en el Marinas Narval.
Mientras Alberto y el Negro en el cokpit traían al timón el barco cruzando el Río Paraná, Yo abajo dentro de la carroza, amarinaba todo para que no volara nada cuando se largara el Pampero.
Así lo hicimos, ya protegidos en la isla nos apretó el viento del cuadrante oeste con una fortísima ráfaga de viento y lluvia.
Cuando miramos por la popa del barco, el Río Paraná era un hervidero: olas gigantes, muchísimo viento y una lluvia que corría en forma horizontal.
Nosotros ya protegidos empezábamos a navegar el Río Urión con mucho ánimo sin preocuparnos por la tormenta.
Ahora la preocupación era por las olas que producían los cruceros grandes que corrían espantados sobre el río, como si esta tormenta les predestinara el fin del mundo.
Con cada ola teníamos que virar y cortarlas con la proa, para evitar el bamboleo y los bandazos.
Esta gente irrespetuosa ponen en peligro a las pequeñas embarcaciones como la nuestra, cuando navegando con sus morces a full, producen un oleaje de terror que podría llegar a tumbar una pequeña nave.
Nosotros mientras los puteábamos por lo bajo, pensábamos.
¿Por qué corren estos tipos?
Si ellos tranquilamente podrían aguantar cualquier cosa con esos brutos cruceros…
Ya de noche seguíamos navegando con las luces internas, ya que sin palo no teníamos las luces de navegación reglamentarias.
De todas formas sobre cubierta teníamos una linterna para hacer señales.
Tomamos uno mates calentitos, comimos alguna facturita que encanutamos desde la mañana.
Al rato también salio a las pistas un salamín, mientras no dejábamos de adular la grandeza del Santo Domingo, que nos estaba regresando a casa después de un día duro de aventura.
La Prefectura Naval Argentina estuvo siempre presente en los cruces clásicos: en los del Río San Antonio y Río Vinculación, como así también en el cruce del Río Vinculación con el Río Lujan.
También los vimos patrullar un tramo del Río Vinculación con el Río Urión.
Todo esto, te hace sentir contenido cuando uno tiene una navegación dura y te relaja las tenciones vividas.
Cuando navegábamos por el Río Vinculación, Yo ya venía en mi guardia al timón del Santo Domingo.
La noche era cerrada pero nuestros ojos se habían acostumbrado a ver entre la penumbra.
Cortamos los calentitos y los cambiamos por agua mineral bien fresquita.
Para esta altura estábamos totalmente relajados y disfrutando una navegación nocturna alucinante.
Ya no había tanto tráfico de cruceros a nuestro alrededor.
Yo estaba muy mojado, no había traído el traje de agua porque la mañana pintaba muy linda, y la verdad es que me equivoqué.
Nunca más lo voy a retirar de mi bolso de navegación…
Les comente a los muchachos que quería cruzar el Río San Antonio y después le pasaría el timón a alguno de ellos, ya que este cruce es medio peligroso si no se lo conoce.
En el cruce hay un Pilote Cardinal Este de la UNEN.
Este pilote se lo debe dejar por la banda de estribor cuando se viene navegando desde el Río Paraná hacia el Río Lujan, y por la banda de babor cuando se viene navegando en forma opuesta a la mencionada.
En este cruce hay importantes bancos de arena y barro con ramas, producidos por las fuertes corrientes de los ríos que desaguan en el Río de la Plata.
Tal es así, que cuando lo estábamos cruzando, fuertes rociones de agua que venia de la banda de babor, me anunciaba que ya el viento había rotado afirmándose al sudeste, soplando desde afuera del Río San Antonio en la desembocadura con el Río de la Plata.
Estos grandes borneos de viento y bruscos cambios en la corriente del río, son los que producen los movimientos de los bancos en el delta.
Estos bancos con el tiempo desarrollan nuevas islas…
Luego de navegar el cruce le entregué el timón al Negro, quien nos llevo hasta la amarra dentro del Club Marinas Narval con una humilde maestría.
¡Grande Negro!

Comentario:
En esta navegación aprendimos y pudimos confirmar que nuestros equipos electrónicos no se equivocan en los datos que te brindan, en cuanto a pesca se refiere, y que un GPS complementado con un ecosonda digital de pesca, te otorga grandes posibilidades de sacar varias piezas.
El GPS no se equivoco con el horario de pique, ya que en el monitor de la ecosonda digital se dibujaban ahora en la vuelta pececitos por doquier.
A los dos días de regresar de esta aventura, en una visita que les hice por la mañana a mis amigos del Puerto Pirata en San Isidro, me confirmaron que en la zona donde navegamos ese día nosotros, el viento sopló a 90 km/h y en La Plata a 120 km/h. haciendo varios destrozos sobre tierra, con voladuras de árboles y techos.
En las localidadades de Cañuelas y Los Cardales, cayeron piedras de granizo del tamaño de pelotas de ping pon, haciendo estragos en cada uno de los pueblos.
En el río, varios llamados de emergencia desbordaron a la Prefectura Naval Argentina complicándoles el rescate.
Lamentablemente me enteré esa misma noche, cuando fui a visitar a mi amigo Miguel Angel marinero del C.U.B.A., que un windsurfista había desaparecido durante la tormenta y encontraron su cuerpo sin vida el día domingo por la mañana.
Esa noche del viernes, Miguel Angel acompañado de dos socios del club, salió al rescate de dos veleros pertenecientes al C.U.B.A.
La navegación la realizó con una lancha crucero que usa la comisión de regatas del club y los rescates finalizaron con éxito.

Moraleja:
No esta nada mal un llamado de un familiar o de un amigo desde el continente, cuando un temporal fuerte azota la Capital Federal.
Esto no nos tiene que avergonzar, todo lo contrario, ese llamado puede acentuar nuestra predicción meteorológica.
Tengan en cuenta que desde el llamado que recibimos nosotros, solo pasaron 20 minutos hasta que se desarrollo esa gran tormenta.
Para nuestro barquito, el Grumete Santo Domingo, fue el tiempo exacto para cruzar el Río Paraná y guarecerse sobre el Canal Honda entre una isla del delta y la pequeña Isla Nueva.

En la foto se puede ver como avanza el frente frió sobre nosotros.
Fotografía gentileza del Negro Fernando
Croker Nauta.

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