Bueno, ya en el medio del canal, cuando subimos la mayor, quedo trabada a mitad del palo. En el tarea de destrabarla, el Piloto que iba al timón, se puso a mirar para arriba buscando donde estaba el problema…
Acto seguido nos levanto una ola y crash, golpeamos fuertísimo el fondo.
Cuando tome conciencia de lo que estaba sucediendo, nos levanto otra ola y de nuevo golpeamos el fondo, pero mucho más fuerte.
La vela mayor ya estaba arriba y dije:
-¡Volvamos hay algo roto!
Jorge T, con los ojos desorbitados:
-¡No!
-Seguimos a Olivos.
Eduardo inmutable…
Ya todo me parecía una locura.
¿Cómo no entrábamos de nuevo a puerto?
Que grosera negligencia.
Lo único que pensé fue en tomar una linterna, meterme en la carroza y revisar posibles vías de agua.
Esto lo empecé a hacer en segundos.
Abrí cada uno de los tambuchos de guarda, metiendo la mano esperando que se me mojara, pero no, por suerte salio seca.
Después levante el piso, mire la sentina y también estaba seca.
Revise cada bulón del quillote, que estaban bien, y tampoco hacían agua.
Por ultimo, me fui al camarote de proa donde levante todo y no encontré nada mal.
Me pregunte:
¿Qué se rompió?, porque el estruendo fue terrible y habíamos tocado muy fuerte dos veces.
Bueno, calma compañero a pensar…
Afuera la tensión aumentaba, me preguntaban que había encontrado. Yo no contestaba, porque no podía creer que no hubiera agua.
Cuando salí al cockpit y les conté que no había agua no lo creían.
De todas formas ya no aguantando más la tara mental del Piloto, le cuestione como estábamos navegando de noche, en esta sudestada feroz, con una posible avería, cuando teníamos inmediatamente después de los golpes, la posibilidad de entrar al puerto y de esta forma no jugarnos a zozobrar en el Río de la Plata.
Me contesto que era mejor navegar a Olivos y que llegaríamos rápidamente.
Con lo cual me quedo demostrado que este tipo no tiene cerebro.
Se largo la lluvia, fuertísima, y se achico mucho más nuestra visibilidad.
Nos pusimos los equipos para el agua, y el piloto además sus anteojos.
Para mí una nueva, este tipo no veía un pomo…
Achicaba los ojitos, entrecerrándolos como para ver.
Navegábamos en popa redonda midiendo entre 9 y 11 Kt. de velocidad, barrenando unas olas altísimas.
En ese momento dije:
-¿Por qué no le ponemos la tapa a la carroza?
A lo que el Piloto me contesto:
-¿Por qué?
-¿No vamos en popa redonda?
Sin contestar, me levante, la puse y la hice firme.
Al rato una ola encapillo en el cockpit entrando muchísima cantidad de agua, tal es así, que los imbornales tardaron mucho en desagotar el barco.
Menos mal que puse la tapa, porque toda esa agua hubiera entrado a la carroza y no habiendo bombas, no se si estaría hoy contando todo esto.
El espectáculo tengo que reconocer tenia su atractivo:
Lluvia muy fuerte, rayos a mi alrededor y navegaba un velero a una velocidad alucinante.
Cuando miraba hacia popa, era un espectáculo maravilloso, las sombras de las olas parecían como si te fuesen a pasar por arriba atropellándonos, su altura me impresionaba cuando el periplo quedaba en su seno, luego él, se montaba en la ola y barrenábamos a una velocidad impresionante.
Yo ya había dejado de perseguirme por los golpes que habíamos tenido y empezaba de nuevo a disfrutar de la navegación, unas de las más duras que hice en el Río Color de León.
Lastima este tipo.
Ni siquiera compartió el timón.
No veía un pomo y así todo no largaba la manija.
Eduardo inmutable.
Yo prestaba atención a todo a mí alrededor ya que este tipo no veía.
-Boya de barco a pique a las 11, dije:
-¿La ves?
El Piloto achicaba los ojitos y contestaba:
-Ah, si, si…
Les cuento que a todo esto, eran más o menos las 22:00 hs.
Al rato llegando al canal sur, que te lleva la dársena inflamable, le dije:
-Buque de gran porte, parece un petrolero, a las 12.
Contesto:
-¿Dónde?
Le dije:
-¡A las 12 loco!
-¡A las 12!
Contesto:
-Sí…
-Lo veo, lo veo.
Indefectiblemente el tipo estaba cansado, demostraba estar tenso, le preguntamos si necesitaba que lo releváramos del timón y nos dijo que no.
Este tipo no daba el brazo a torcer.
Inmediatamente de ver al petrolero que era una gigante sombra negra, a la que solo se le divisaba su luz roja de babor, signo sin ninguna duda, que estaba entrando a puerto.
A lo que acote:
-El buque esta entrando a puerto estén atentos al remolque…
-Campeón tirate a cortarle la popa.
Nosotros empezábamos a enfilar buscando la popa del petrolero que tenia una imagen casi fantasmagórica, al menos esa es la sensación que me produce un buque cuando me lo cruzo en la noche.
Lo único que veo de ellos es su silueta entre sombras y alguna lucecita que casi siempre es la de posición, todo lo demás en penumbras y cuando le pasas cerca escuchas el sonido de los motores con una vibración que te cala el alma.
En eso miro siguiendo su proa en dirección al puerto y bajo la cortina de agua de esta intensa lluvia que casi no nos dejaba ver, divise una sombra más pequeña con una luz verde, y pensé ahí viene el remolcador a tomar el buque petrolero.
Y le pregunte al piloto:
-¿Vez el remolcador que viene de la costa a los pedos?
Me contesto:
-No, ¿dónde?
Le dije:
-A las 11.
El tipo miraba con desesperación y no lo encontraba, y le grite:
-¡A las 11 pibe!
-Viene al encuentro contra nosotros, no lo pasas.
Me dijo:
-Si lo paso.
Volví a mirar, midiendo su trayectoria en el candelero de mi velero y no lo pasábamos.
Insistí:
-¡Loco no lo pasas!
El tipo me contesto de inmediato:
-¡Viro en redondo!
¡Uf!.
Que jugado.
Este tipo es un peligro pensé.
Paso el remolcador a mucha velocidad cortándonos la popa tan solo a 20 m.
Por su puesto ni se enteró de nuestra presencia…
Ahí tome el timón y no lo largue más hasta el Puerto de Olivos.
Lo que quedo de la navegación no merece más detalle.
Pasamos el Puerto de Buenos Aires (Dársena Norte), siempre iluminada a full, cosa que te molesta mucho, ya que uno viene navegando nocturno con las pupilas muy dilatadas.
El tiempo nos siguió dando palo hasta tomar las amarras del C.P.Y.
Resumiendo este último tramo las cosas que no se deben hacer son:
El timonel tiene la única tarea de timonear, no se debe distraer, sus ojos solo tienen que mirar el rumbo debido y los catavientos.
En un velero equipado con Lazzy Jack, lo primero que hay que hacer antes de izar la mayor es:
Primero: filar y hacer firme en la gancera el Lazzy Jack.
Segundo: enfachar el velero.
Tercero: izar la mayor.
Por último: retirar de la gancera, cazar y hacer firme el Lazzy Jack.
Nuestro error en esa maniobra, fue:
Izamos la mayor estando el Lazzy Jack armado para la entrada a puerto, y sin poder enfachar el velero, debido a que el ancho del canal no lo permitía, los battens de la vela se engancharon en el Lazzy Jack y el obenque de babor.
De esta forma el viento nos abatió tirándonos sobre el veril de babor del canal donde no hay agua.
Después pasó lo que tenía que pasar…
Otra cosa: cuando hay síntomas de una posible rotura o una rotura efectiva, se debe volver a puerto, sí o sí.
Cuando navegamos en condiciones duras el velero debe estar estanco, todas las entradas a la carroza cerradas, como así también los tragaluces y tambuchos.
Y por ultimo los relevos, siempre bajo cualquier condición de navegación la tripulación tiene que tener sus momentos de descanso.
Con rosca por seguridad, siempre se debe asegurar la maniobra con anticipación, sino después ya es tarde…
En la foto vemos lo que Yo llamo el Triángulo de las Bermudas. Que es el cruce del Canal Emilio Mitre con el Canal Norte (a Darsea Norte) y el Canal Sur (a Darsena Inflamable).
Croker Nauta
Foto del archivo de Croker Nauta
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