
Con mi mochila al hombro repleta de ropa de navegación, y mi cabeza llena de expectativas acerca de mi primer cruce del Río de la Plata en velero, me dirigía caminando hacia la casa de Eduardo, mi amigo veterinario culpable de que me dedicara a navegar a vela. Usted se preguntara ¿por qué mi primer cruce a vela del Río de la Plata? Muy sencillo porque cuando termine el curso de timonel de yate a vela, no pude cruzar al Uruguay con mis compañeros de promoción, por encontrarme comprometido laburando.
La vida te da y té quita querido…
Lo más lindo del curso de timonel, es cuando lo terminas y te dicen que ya estas preparado para cruzar el charco, ya que el limite de navegación que tiene un timonel, es la costa del Uruguay, en el llamado Río de la Plata Interior, y el curso de timonel termina realmente con un cruce a Colonia de Sacramento en conserva, esto quiere decir navegando en una flota de veleros, todos a la vista y conteniéndose.
Recuerdo: que mi amigo Eduardo cuando se entero que no había cruzado con mi promoción, me prometió que en cuanto pudiera lo haríamos en un barco como la gente y en compañía de Alberto.
Alberto es con quien navegábamos nosotros las regatas del C.P.Y., desde hacia dos años formando equipo en los veleros escuela clase H 19.
Bueno, la movida era que nos reuniríamos nosotros tres en la casa de Eduardo a las 0700 hs., contrataríamos un remis que nos llevaría hasta la Avenida del Libertador y Ramallo, donde subiría Enzo, y desde allí viajaríamos hasta el Y.C.A. (Yacht Club Argentino), donde nos esperaba Vito el armador del Gringo, el velero en el que correríamos la regata. Esta tenia hora de largada a las 0900 hs. en una boya frente al puerto de Buenos Aires, más exactamente frente a Dársena Norte.
0800 hs. Alberto como de costumbre no aparece.
0815 hs. Con el remis ya en la calle, aparece Alberto contándonos que había trabajado arreglando un auto toda la noche y lo había entregado a las 0730 hs. , lo puteamos un poquito, lo subimos al remis y corremos a buscar a Enzo en aquella esquina.
Ahí estaba él, nos reputeó, tenia un paquete de papel blanco entre las manos, y su bolso colgado del hombro, igual sonreía, Enzo siempre sonríe. Abrió el paquete, y nos convidó facturas, lo recuerdo bien, yo comí una solamente, tenia que tener cuidado porque no sabia como iba a responder mi organismo en mi primer navegación larga.
Ellos tenían mucha más experiencia que yo, para ellos era un cruce más. Enzo contaba que estaba esperando desde las 0700 hs. había comprado dos docenas de facturas y por la ansiedad de la regata y los nervios de nuestra demora, se había comido una docena completa, solo quedaban las que nos ofrecía.0845 hs. entramos al Y.C.A. corriendo al muelle, abordamos una lancha que nos llevaría hasta el Gringo.